Las vidas vividas
sonrientes y enteras,
totales,
se quedan guardadas
en mi corazón.
Los días hermosos
los cuido,
los veo y sonrío.
Sólo respiro
con cada mañana
y no pregunto,
sólo me arriesgo a vivir.
Y lo valioso de todo
se me muestra de golpe
sin más que sorpresas.
Ella atrapó
un corazón en su mano,
y en sus ojos belleza.
Vino de pronto
y entonces la vida
sorprende otra vez
derramando la magia,
enseñándolo todo,
pintando los días.
Escribo estas letras
en la última lluvia,
mientras miro tus ojos
y escucho tu risa...
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