LAS PIEDRAS DEL CIELO
(fragmento)
Pablo Neruda
I
De endurecer la tierra
Se encargaron las piedras:
Pronto tuvieron alas
Las piedras que volaron
Las que sobrevivieron
Subieron el relámpago,
Dieron un grito en la noche,
Un signo de agua,
Una espada violeta,
Un meteoro.
El cielo suculento
No sólo tuvo nubes,
No sólo espacio con olor a oxígeno,
Sino una piedra terrestre
Aquí y allá, brillando,
Convertida en paloma,
Convertida en campana,
En magnitud, en viento penetrante:
En fosfórica flecha, en sal del cielo.
II
El cuarzo abre los ojos a la nieve
Y se cubre de espinas,
Resbala en la blancura,
En su blancura:
Fabrica los espejos,
Se retrata en estratas y facetas:
Es el erizo blanco de las profundidades,
El hijo de la sal que sube al cielo,
El azahar helado del silencio,
El canon de la espuma:
La transparencia que me destinaron
Por virtud del orgullo de la tierra.
IV
Cuando todo era altura,
Altura, altura,
Allí esperaba la esmeralda fría,
La mirada esmeralda:
Era un ojo:
Miraba y era centro del cielo,
El centro del vacío:
La esmeralda miraba:
Única, dura, inmensamente verde,
Como si fuera un ojo del océano,
Ojo inmóvil del agua,
Gota de Dios,
Victoria del frío,
Torre verde.
VI
Busqué una gota de agua,
De miel, de sangre: todo
Se ha convertido en piedra,
En piedra pura:
Lágrima o lluvia, el agua
Sigue andando en la piedra:
Sangre o miel caminaron
Hasta el ágata.
El río despedaza su luz líquida,
Cae el vino a la copa,
Arde su suave fuego
En la copa de piedra:
El tiempo corre
Como un río roto
Que lleva graves muertos,
Árboles despojados de susurro,
Todo corre hacia la dureza:
Se irá el polvo, el otoño,
Los libros y las hojas,
El agua: entonces
Brillará el sol de piedra
Sobre todas las piedras.
(fragmento)
Pablo Neruda
I
De endurecer la tierra
Se encargaron las piedras:
Pronto tuvieron alas
Las piedras que volaron
Las que sobrevivieron
Subieron el relámpago,
Dieron un grito en la noche,
Un signo de agua,
Una espada violeta,
Un meteoro.
El cielo suculento
No sólo tuvo nubes,
No sólo espacio con olor a oxígeno,
Sino una piedra terrestre
Aquí y allá, brillando,
Convertida en paloma,
Convertida en campana,
En magnitud, en viento penetrante:
En fosfórica flecha, en sal del cielo.
II
El cuarzo abre los ojos a la nieve
Y se cubre de espinas,
Resbala en la blancura,
En su blancura:
Fabrica los espejos,
Se retrata en estratas y facetas:
Es el erizo blanco de las profundidades,
El hijo de la sal que sube al cielo,
El azahar helado del silencio,
El canon de la espuma:
La transparencia que me destinaron
Por virtud del orgullo de la tierra.
IV
Cuando todo era altura,
Altura, altura,
Allí esperaba la esmeralda fría,
La mirada esmeralda:
Era un ojo:
Miraba y era centro del cielo,
El centro del vacío:
La esmeralda miraba:
Única, dura, inmensamente verde,
Como si fuera un ojo del océano,
Ojo inmóvil del agua,
Gota de Dios,
Victoria del frío,
Torre verde.
VI
Busqué una gota de agua,
De miel, de sangre: todo
Se ha convertido en piedra,
En piedra pura:
Lágrima o lluvia, el agua
Sigue andando en la piedra:
Sangre o miel caminaron
Hasta el ágata.
El río despedaza su luz líquida,
Cae el vino a la copa,
Arde su suave fuego
En la copa de piedra:
El tiempo corre
Como un río roto
Que lleva graves muertos,
Árboles despojados de susurro,
Todo corre hacia la dureza:
Se irá el polvo, el otoño,
Los libros y las hojas,
El agua: entonces
Brillará el sol de piedra
Sobre todas las piedras.
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