Un mar de agua dulce
rodeado de seres nativos,
entre murallas de piedra
invadidas por liquen.
Camino de vida
bañado por vientos violentos
sobre el espejo tranquilo,
sin aves, sin peces visibles.
Los rayos del sol que amanece
se escabullen y caen
detrás de los árboles
entre márgenes pétreos
y a través de la bruma,
mientras el viento incesante
dispersa las nubes
trayendo la luz.
La vía sinuosa y agreste
del curso de agua
frente a mis ojos cansados.